La gota de agua del mar,

desprendida y solitaria,

en playa inhospitalaria,

triste se puso a llorar.

El Océano al sentir

tan tierna lamentación

de aquella separación,

la piedad le hizo sonreír.

-«Hija mía, entre los dos

hay una sola unidad,

y sobre esta inmensidad

no hay más grandeza que Dios».

«Entre tu cuerpo y el mío

nunca la extensión verás:

nadie medirá jamás

la inmensidad del vacío».

Omar Khayyam

(1050-1122)



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